....Continuacion
Pero, ay de él, pobre niño. Todo el amor y calor de su nueva familia no conseguían llenar el agujero de tremendo frío que estaba dentro de él. Y así, fueron empezando a desgranarse problemas. Primero, las dificultades para obedecer a sus padres, a lo que, en principio, no dieron gran importancia. En el Colegio, tras no mucho tiempo, saltaron las alarmas. ¡Este niño es hiperactivo, tenéis que medicarlo enseguida!. Tampoco conseguía establecer relaciones profundas de amistad con sus compañeros de clase. Mas pronto que tarde comenzó a ser contestatario y algo pegón, y respondía con malas formas a sus padres, profesores, y cuantas personas mayores le recriminaban cualquier aspecto de su conducta. Y de otra parte, intrépido hasta la locura, e inteligente sobre la media, todas sus virtudes se ponían al servicio de su enfermedad.