....Continuacion
Abandonado de todos, fue rescatado por las autoridades, e ingresado en un orfanato. Allí aprendió
a luchar con sus semejantes por un mendrugo de pan o una galleta, o por una mirada de atención.
Imaginaros como debió pasar las horas mirando al techo vacío y ausente hasta que descubrió que la
rabieta era el único mecanismo para sentirse acompañado y atendido. Se acostumbró a exigir (y obtener)
el amor a puñadas, gritos y estertores.
Y así, fue creciendo entre el frío de las nieves y de la soledad con un inmenso agujero dentro.
Hasta que un día una pareja de aspecto e idioma extraño vinieron a llevárselo a un lejano país,
de novedosas costumbres dónde el calor del sol y del amor abundaban.